Force Fest, pantano metalero

CIUDAD DE MÉXICO.

Lo que todos temían que llegara a suceder en el Force Fest, pasó. La lluvia alzó la mano desde temprano en la tierra de los dioses y cambió el día.

Era sábado y Hatebreed tocaba en uno de los escenarios principales del Campo de Golf Teotihuacán. Jamey Jasta comenzaba a tocar Destroy Everything; el mosh pit comenzaba con Comeback Kid viendo al escenario del lado derecho, por force Bank en unos arbolitos, pero pronto se difuminó por el torrencial.

La experiencia cambió totalmente. El primer trago amargo fue la cancelación de Devildriver. Después, el lodazal. Las bandas dieron todo lo que tenían, fueron bestiales, pero no pudieron contrarrestar los efectos del terreno, que acercaban al Force a la experiencia del Wacken Open Air, pero sólo en cuestión del pantanal, el resto dejó mucho que desear.

El sistema cashless (pulsera de pago digital) colapsó y no quedó de otra más que comenzar a cobrar con efectivo. Como sea, para cuando el punk se adueñó del escenario alternativo, muchos encontraron la manera de sobrevivir al no poder comprar ni usar el dinero que cargaron en sus brazaletes.

Emery tocaba Walls y la lluvia volvía a aparecer. Hasta este momento, las playeras negras se escondieron y los impermeables ya dominaban el atuendo rudo del festival.

Filas largas para poder comer. De hasta una hora, así que varios preferían aguantarse el hambre y ver a Comeback Kid, un grupo de hardcore punk que jamás decepciona.

Wake the Dead es esa rola que alentaba a revivir el espíritu, a olvidarse de sentir los pies mojados y disfrutar el festival ya cubierto de lodo seco.